15 dic 2012

Reflexión de una tarde de sábado

Siento ser egoísta, siento ser infantil, siento ser territorial, siento ser poco comprensiva, siento obcecarme tanto, pero yo soy así. Creo que querer a alguien no significa desear lo mejor para esa persona aunque eso signifique sacrificar tus propios intereses, sino querer que solamente sea feliz contigo, a tu lado, y con nadie más. Toda esa sarta de tonterías que se dicen para tratar de apaciguar el dolor por la pérdida no me las creo. En serio, ¿quién no ha deseado alguna vez que la persona que ama no vuelva a encontrar la felicidad con nadie que no sea uno mismo? Opino que ese sentimiento es el real, y que nos encargamos de taparlo con las típicas ideas altruistas para convencernos de que así nos duele menos. Pero ¿en realidad duele menos?
No, el amor es algo que hay que pasar y que no hay forma de que se cure antes. Es como la gripe, puedes hacer algo para que te alivie pero siempre será momentáneo. Hasta que no pase todo lo que tenga que pasar no terminará el suplicio. Nos empeñamos en convencernos de que si la otra persona es feliz, nosotros también lo somos. ¡Qué tontería! Yo no me siento más feliz sabiendo que la persona a la que quiero se ríe con otra, camina de la mano de otra, o duerme en brazos de otra, cuando en realidad no dejo de extrañarle y desear que todo eso lo haga conmigo. 
No dejo de desearle mal inconscientemente a aquel que desea apartarse de mí, y aunque me arrepiento enseguida por pensar eso, no soy capaz de desearle una vida próspera con alguien que le haga más feliz de lo que le he podido hacer yo. Lo siento, pero es que duele demasiado. Quizá es que me sienta mal el amor.

10 dic 2012

La princesa y el erizo

Erase una vez, una hermosa princesa que vivía en un pequeño castillo situado en una nube justo encima del mar. Era dulce, habladora y romántica, a la vez que un poco perezosa. Tenía orejas de gato y se pasaba el día acariciándose la piel suave y jugando son su esponjosa cola y sus graciosos bigotes. A la princesa le gustaba recibir visitas y mostrar su flamante castillo a todo el reino, pero en momentos de dolor lo que más deseaba era encerrarse sola en aquella nube mientras miraba el mar con melancolía. Su mejor amiga y única compañía era una bolita mullida de pelo que se pasaba el día corriendo tras los cordones y jugando con la princesa.
Un día, un simpático erizo llamó a su puerta, ofreciéndole un juego que despertó su interés, y prometiéndole que si le gustaba podrían seguir jugando cuantas veces quisieran. Ella encontró al pequeño animal adorable y sintió deseos de conocerle más, así que sin apenas pensárselo le dejó entrar en su castillo, arriesgándose a descubrir unas verdaderas oscuras intenciones que temía poder encontrar. Pero no fue así. El erizo resultó ser un ser totalmente maravilloso con el que le gustaba mucho jugar y con el que quería pasar todo el tiempo.
Nuestra romántica amiga no tardó en tratar de abrazar a su nuevo compañero, llevándose numerosos pinchazos debido a la coraza de púas que llevaba el pequeño. Pero ella, testaruda y dispuesta a acercarse aún más al animalito, volvió a intentarlo, ésta vez con más fuerza. El erizo sufría mucho al ver cómo la chica gata se hacía daño cada vez que intentaba acercarse a él, y trató de poner fin a su amistad y a sus juegos de cada día, pero el cariño que sentían el uno por el otro no consiguió mantenerlos separados mucho tiempo. Ambos deseaban seguir pasando cada día juntos, jugando en el castillo con la bolita de pelo, y riendo de todo, así que idearon un plan para poder acercarse sin hacerse daño: se envolvería en una gruesa manta y así la niña podría abrazarle cuantas veces quisiera. Pero no fue así. Tras un día entero de achuchones entre juego y juego, al caer la noche, las púas del erizo ya estaban atravesando la manta, y la princesa notaba que cada vez le dolía más estar cerca de su amigo aunque se negaba a admitirlo. Entonces, la manta se rompió, y la princesa quedó gravemente herida por las púas, mientras que el pequeño animal acabó con algunas de ellas dobladas y rotas. 
Los dos lloraron mucho esa noche, y los días venideros. Se veían y querían volver a pasar largos y buenos ratos, pero sabían que nunca podrían, pues el erizo no puede librarse de sus afiladas púas y la princesa no puede endurecer su delicada piel. Pero aunque se les negara pasar todos y cada uno de sus días juntos, los amigos siguieron siéndolo en la distancia aún por mucho tiempo más.
FIN.

11 ago 2012

Odisea de un sábado por la mañana

Desde hace unas semanas ya, vuestra querida amiga Hanako no es capaz de descansar bien. La vida en pareja es agotadora, y más cuando se compagina con una vida diaria muy activa y que conlleva mucho desgaste físico, como es mi caso en este nuevo trabajo. Todos los días me harto de correr por las mañanas, y desde que mi niño está conmigo no duermo apenas siestas. Así llega un viernes en el que por fin puedo pasarme la tarde durmiendo y descansando, con el ventilador pegado a mi cama y soñando con dulces angelitos. Hacía tanto tiempo que no podía pegarme una siesta de esas...
Al llegar la noche, y con ella mi niño, como siempre me pasa, no tenía sueño, por lo que tardé en conciliarlo y poder dormir. Así ha sido que esta mañana de nuevo me haya costado levantarme de la cama... u.u aún a sabiendas de todas las cosas que tenía que hacer hoy. Ha sido una de esas mañanas que cuando al fin decides abrir los ojos, piensas en todo lo que te espera a lo largo del día, y acto seguido te enganchas al móvil para no levantarte de la cama. Todo tipo de redes sociales, whatsapp (comunmente conocido como "wasap"), y tras eso un capítulo de anime con la excusa de que tengo que desayunar algo, y al fin, después de todo, (casi a las 12 ya), decido salir a comprar al mercadona. Le tengo cerca de casa, pero como tenía que traer cosas pesadas decidí llevarme el coche y así de paso lo limpiaba un poco en la gasolinera de al lado.
Ha sido pasar las puertas de cristal del supermercado, y desear quedarme allí hasta que cerraran por la noche. Vueltas inútiles, pasar varias veces por el mismo pasillo, y fingir que decidía entre si llevarme o no alguna cosa que me parara a mirar, y he recuperado fuerzas para salir a la calle de nuevo. Aunque más que recuperar fuerzas ha sido más bien que ya no me acordaba del bochorzano que me esperaba fuera...
No pasaba nada, aún me quedaba ir a lavar el coche. Diviso al fondo los boxes de lavado, me introduzco con mi flamante pero lleno de mierda vehículo, lo vuelvo a colocar unas dos veces porque no atinaba a dejarlo centrado en el sitio, y me pongo a investigar la máquina. La pistola de agua tenía gatillo, lo cual me encanta porque como soy medio inútil con esas mangueras a presión así puedo decidir cuando tiro agua y cuando no. Cuatro opciones distintas por las que ir pasando, que se traducen en cuatro vueltas al coche pistola en mano. ¡Qué bonito y brillante mi flamante vehículo negro todo mojado! Y ahora, a aspirarlo... aunque desde el box de lavado no se veía la aspiradora y tenía un coche esperando para entrar donde yo iba a salir, me obligaban a salir directamente de la gasolinera y no me daba juergo para nada más. Así que me dije que ya lo aspiraría más adelante.
Llego al fin a mi casa, aparco el coche en una sombra de estas que hay pocas en mi calle y que están todas omega lejos de mi bloque, y me preparo para coger la compra del asiento de atrás. Me estoy quejando en voz alta de que tras dos euros de agua y jabón a presión, cera caliente y agua osmosinoseque que hacía que se secara sin huellas, las marcas de los goterones de barro que llueven en esta isla no se habían quitado, cuando un coche pasa a mi lado. El hombre que conducía, con aspecto de gay pijo, baja la ventanilla del copiloto, la que estaba más acercada a mí, y me llama la atención. Lo primero que me dice es que me ha visto lavando el coche en la gasolinera. 
"Oh mierda, algo se me ha olvidado en la gasolinera, o algo he hecho mal, o ya verás tú lo que me dice ahora éste hombre."
Nada más lejos de la realidad. Continúa diciendo que llevo el tatuaje más bonito que ha visto nunca. Los que me conocen lo han visto, llevo en el muslo izquierdo un tribal que hace las veces de liga, atado atrás con un lazo que lleva una llave antigua, y coronado alante con una clave de sol. El señor del coche caro me dijo que era muy sugerente y que le había gustado mucho, y su tono denotaba un anonadamiento bastante grande, mientras yo reía nerviosa y no paraba de darle las gracias por el cumplido. Se me presenta, me dice que vive en el barrio, y ahí acaba todo. Mientras cojo la compra con una sonrisa triunfal en la cara y un ego renovado, voy canturreando hacia mi casa lo que me acaba de pasar, cuando veo volver el coche del señor caro, digo... el señor del coche caro, que había dado la vuelta y se marchaba. ¿Habría ido hasta allí sólo para decirme lo del tatuaje? ¿Qué intenciones tenía? ¿Qué le había llevado a actuar así? Estas son las inexplicables cosas que ocurren día tras día en el mundo de Hanako.

15 jun 2012

No te salgas del camino

Aquella tarde de verano, corría el año... el año... corría el siglo XVIII. El agobiante calor estaba muy latente en toda la isla de Mallorca, pero aún así, mi amiga francesa y yo decidimos obviar la playa y hacer turismo por este maravilloso siglo en el que primaba más la humedad que la alta temperatura: La Granja de Esporles.
De estilo arquitectónico desconocido para mí y con detalles decorativos que no están dentro de mis conocimientos sobre esta materia, debo decir que me encantó soberanamente todo lo que vi dentro de aquel caserón antiguo conservado casi intacto desde hace cientos de años. Los muebles, la ropa, los juguetes... todo era auténtico, ¡y la mayoría de las cosas daban hasta miedo! A medida que la tarde iba avanzando, la francesa y yo nos hinchábamos a hacer fotos de aquel lugar tan llamativo, siempre llevando cada una su propio ritmo y perdiéndonos de vista la una a la otra constantemente. Pero no había problema puesto que la ruta estaba muy bien marcada de forma sencilla: con flechas y números. Las flechas para la dirección y los números para el orden. Fácil, ¿no? Bueno, pues aún así al salir de la casa por una de las puertas hacia los jardines, cada una tiró hacia un lado y tardamos como unos veinte minutos en encontrarnos.
Entre risas nos contamos lo que habíamos visto, y a ambas nos llamó más la atención la ruta que había seguido mi amiga, que llevaba a un paseo entre la flora autóctona con posible encuentro con animales sueltos. Una ruta sencilla de poco más de un kilómetro en el que lo único que teníamos que hacer era seguir el camino. Un mirador en lo más alto nos convenció de que aquello que íbamos pisando era la senda que debíamos seguir, y que en realidad no nos habíamos confundido como pensamos cuando vimos una perfectamente definida detrás de una valla que rodeaba el recinto por el que andábamos. Trepamos por algunos escalones infernales, nos resbalamos con la hojarasca seca entremezclada con la tierra suelta del suelo, y pateamos por donde nosotras suponíamos que debía ser. Hasta que nos encontramos con unos compañeros de viaje un tanto... peculiares.
¡Animales sueltos! Claro, se referían a éstos.... ¿Seguro? ¿Seguro que vamos bien por aquí? ¿Seguro que podemos estar aquí dentro? ¿Seguro que lo que veníamos pisando era un camino? De repente la senda se terminó en una verja que atravesaba nuestro "camino" unos metros más abajo de los simpáticos burritos que venían de uno en uno a saludarnos. Así que con la duda subida en nuestras espaldas y los pies llenos de ramitas incómodas, caminamos arriba y abajo por todas las zonas del sendero que creímos que nos podrían llevar al buen camino, o al menos a alguien que pudiera indicarnos cómo salir de aquel sitio. Caminamos cerca del vallado buscando una apertura, una puerta, un cartel, una salida o algo. Conseguimos ver bajo nosotras los pequeños cercados de animales que se exponían por todo lo largo y ancho de los jardines de La Granja, sin saber cómo llegar hasta el otro lado de ellos. Nos aventuramos por lugares por los que no deberíamos haber ido, pero por los que pasaba algo parecido a la senda que veníamos siguiendo. Y cuando al fin vimos algo nítido por lo que caminar, nos dimos cuenta de que estábamos volviendo sobre nuestros pasos. From lost to the river! (de perdidos al río) Volvimos por donde nuestra aventura había comenzado, que al menos sabíamos que una puerta había, ya que nosotras entramos por ella tiempo atrás. 
Una vez fuera buscamos como locas dónde se encontraba la salida de aquel laberinto del fauno. Para nuestra sorpresa, aquella valla que vimos atravesada en el camino detrás de los animalejos simpáticos, era una puerta cerrada mediante un sistema de pesos y poleas rústicos que te cagas, que daba fin al recorrido campestre de quien tuviera la idea de empujar levemente.
Tras el disgusto de habernos perdido en una ruta tan sencilla, nos desquitamos haciendo fotos artísticas y/o divertidas en los preciosos jardines que coronaban la visita, y aún mirándolas y pensando en las siguientes, un operario del lugar nos llamó la atención diciendo que ya habían cerrado las puertas del complejo hacía un rato. La francesa y yo nos miramos, y tras preguntar si tenían algún inconveniente en dejarnos salir, corrimos hacia mi coche, que nos esperaba solitario en el parking, para terminar nuestra aventura, como siempre, entre risas.

1 jun 2012

La aventura del violín

Todo comenzó el fatídico día en que mi profesora de música en la E.G.B. nos enseñó los distintos instrumentos y nos puso piezas de cada uno de ellos. Viento, cuerda, percusión... todos sonaban a gloria, y todos eran magníficas opciones para estudiarlos y tocarlos. Pero hubo uno que sobresalió de entre los demás: el violín. Parecía tan frágil, tan completo, tan perfecto... y tan difícil que nunca tuve la confianza necesaria como para decidirme a intentarlo. El instrumento del diablo lo llaman, pues se dice que para poder tocarlo como es debido has de hacer un pacto con el diablo.
Mi vida fue pasando y el sonido del violín siempre fue un tabú para mí, puesto que me recordaba mi falta de confianza y de medios para atreverme a entrar en el mundo de la pequeña cuerda frotada. Por el camino me hice amiga íntima del piano, admití la percusión como forma de vida y conocí el dulce sabor del clarinete. El clarinete... un sonido que llena mis oídos y me transmite una sensación de paz inigualable. En esto que en una subida de noseque sustancia química producida por mi cuerpo en determinada situación, me dio por decir: voy a comprarme un instrumento y a aprender a tocarlo desde cero y como es debido, pero ¿cuál?
Dos encabezaban las listas, el clarinete y el violín. Ambos complejos, deliciosos, y caros... muy caros. Indagué un poco en la meca del conocimiento, internet, y descubrí que podía costearme un violín y sus clases, así que me ilusioné con éste instrumento, y decidí empezar a cumplir ese pequeño sueño. (No tiene nada que ver con mi actual fanatismo por Sherlock Holmes tras ver la serie de la BBC...) Hice un par de llamadas y conocí a una profesora de mi edad que me podría ayudar a encontrar un instrumento en condiciones, barato, y encima le hacía ilusión darme clase. Así que concerté una cita con ella una vez hubiese cobrado para hablar sobre todo el tema, y si me venía bien, llevarme ya a un pequeño de segunda mano a casa.
Los días se sucedían alternando el trabajo con las horas en que luchaba por descansar, acumulando tensión y cansancio en mi ya de por sí cansado cuerpecito, hasta el punto que tras doce días sin descanso, y pudiendo comprobar el éxito (y el fracaso en algún caso) de esa batalla contra el tiempo, llegó un viernes que parecía que llevaba tiempo jugando al escondite conmigo. Al medio día llegué a mi humilde y desbaratada habitación, me puse cómoda y me tumbé en la cama, sin apenas recordar nada más hasta las cuatro de la tarde, hora en que la llamada telefónica de mi futura profesora de violín me hizo volver al mundo. Habíamos quedado en un sitio que no conocía, a donde no sabía llegar, y en el que no sabía cómo lo tendría para aparcar. Así que decidida a encontrar la solución más fácil me dije a mi misma de ir con la moto, esa pequeña avispa que tanta vida me ha dado desde que la tengo hace ahora dos años.
Debí pensar en que no era el día en el momento en que arranqué la moto y me di cuenta de que le costaba mantenerse encendida. "Es la gasolina" dije yo. "Ahora le doy un poco de comer y listo." Me acerqué a una gasolinera, dejando a mi compañero de en la banda de aquí de Palma esperándome para conducirme hacia el punto de reunión con mi profesora, y cuando empezaba a hacer mi entrada en el recinto en que llenaría el depósito de mi transporte, éste se apagó sin darme tiempo ni a quitarle la marcha que llevaba puesta. ¿Por qué? Tenía suficiente combustible para llegar, algo debí hacer mal con el embrague... Lleno el depósito, voy a arrancar y... ¡Sorpresa! Ahora se niega a funcionar. No conseguía quitarle la marcha que se había quedado metida. Por más de pisaba el pedal de cambio no conseguía meterle el punto muerto, y si no está en punto muerto, no arranca. Tardé aún unos minutos en conseguir que la moto me tomara en serio y se dejara arrancar, y todo esto con prisas pues ya llegaba tarde a mi cita con la profesora y tenía a mi compañero esperándome.
Empecé a seguir su coche entre las calles desconocidas de mi nueva ciudad, pasando por rotondas y por cruces en los que los demás coches se metían y se cruzaban con rapidez y sin pensarlo dos veces. Casi me caigo un par de veces al esquivar algún que otro bache descompensado para que las finas ruedas de mi avispa no se desestabilizaran. Y en esto, que entro en una rotonda un poco más retrasada de mi compañero por ese mismo motivo, pero intentando alcanzarle y a la vez evitar que me atropellara un bus urbano que parecía venir huyendo de un apocalipsis zombie, cuando al levantar la vista del retrovisor en el que estaba controlando a los demás coches de la rotonda, incluido el bus, me encuentro con que mi compañero ha tenido que dar un frenazo para no llevarse por delante a una señora que cruzaba un paso de peatones a la salida de esa misma rotonda, con tan mala suerte que mis frenos no eran tan buenos como los de su coche. Fue un segundo solamente, pero la verdad es que lo recuerdo como una eternidad. Mis ruedas patinando, el coche de delante totalmente parado, el de atrás  cada vez más pegado a mi, el golpe seco de mi rueda con el parachoques de mi compañero, el crack del plástico de alante de mi moto, la rueda de atrás alzada en el aire, mis brazos firmes en el manillar y mis piernas preparadas para saltar en el momento en que la moto volviera a tocar el suelo. Con suerte no me pasó nada, ni a mi ni a mi moto. Pero mi compañero me dijo que a la vuelta perdió el parachoques por el camino...
Como si no hubiese pasado nada, y con un trozo de mi moto en el bolso, llegué más de una hora tarde a mi cita con la profesora, y con pánico a volver a comerme algún coche por el camino. No tuve más sustos ni percances, gracias a Yevon, y acabé volviendo a mi humilde morada con un precioso violín en la espalda, atado a mi cuerpo con pulpos por lo que pudiera pasar. Ahora sólo me falta ponerle nombre, cosa que no creo que me conlleve ningún problema pues me pasaré el próximo mes mirándolo día si y día también, ya que no creo que pueda pagar clases de momento. Debido a éste gasto extra éste mes tendré que quitarme de los típicos vicios triviales como comer y beber agua embotellada, pero lo haré con gusto mientras me alimento de la ilusión de mi nuevo violín, y lo que me costó conseguirlo T-T


 

22 may 2012

El sueño de Morfeo

Amanecía un día como otro cualquiera en mi nuevo destino en Palma de Mallorca. Los días van pasando y el trabajo cada vez es más estresante, pero consigo llevarlo con serenidad, paciencia, y gritando mucho a mis subordinados. Vuelvo a dedicarme a la música, por lo que trabajar es casi un descanso para mí. La diferencia es que aquí me exigen mucho esfuerzo físico. Por eso, aquella mañana como otra cualquiera que acaba de amanecer en el inicio de la entrada, fue la precursora de un día bastante complicado que comenzó una hora más temprano que de costumbre.
Durante toda la noche el viento no me había dejado dormir bien. Las contraventanas típicas mallorquinas no paraban de dar golpes en las paredes, sin nada que las pudiera sujetar ni abiertas ni cerradas. Si no eran silbidos fantasmagóricos eran golpes de viento que arrastraba cualquier cosa de la calle lo que me hacía mantenerme despierta y acurrucada en un rincón de mi cama. Calculo que dormí apenas dos horas en toda la noche. A las seis y media de la mañana tocó levantarse. La verdad es que eché en falta unas piedras que llevarme al bolsillo para no salir volando una vez fuera. Pero no hizo falta, pues el viento remitió a media mañana, dejando un sol de justicia y haciéndonos a todos pasar a la uniformidad de verano durante unas horas.
Tras toda una jornada con apenas un descanso para almorzar, y mucho ensayo musical, se acercaba la hora de comer. Ya era más de medio día cuando una cruda noticia se hizo presente en el ambiente: nos tocaría hacer gimnasia al final a última hora. A toda prisa nos preparamos para lo que nos pudiera venir, nos pusimos la ropa de deporte y esperamos a ver qué haríamos. Nada más y nada menos que ejercicios sin descanso, separados entre sí por pequeñas pausas para correr, y dejando entre cada serie un tiempo de relax en el que nos dedicamos a seguir corriendo. Una hora y media después caminábamos hacia las duchas agotados. Me metí entre pecho y espalda unos bollitos con leche y cuando mis ojos se cerraban y mi cerebro empezaba a desconectar decidí dormir.
Las contraventanas seguían cerradas para evitar los golpes producidos por el viento, dándole a la habitación un estado de aislamiento del mundo que evocaba al descanso de mi dolorido cuerpo. Puse música en el ordenador, apagué la conexión de datos del móvil para que el servicio de mensajería instantánea conocida como "wasap" no me molestara, y me dejé caer en brazos de Morfeo.
La puerta sonó tres veces. Mi primera reacción fue mirar el reloj. 7:15. Salté de la cama como una energúmena gritando "¡me he dormido!". Abro la puerta y encuentro a un chico preguntando por el dragón, que ya no vive conmigo. Le mando a su cuarto gritando mientras daba vueltas de un lado a otro por el baño y mi habitación "mierda, mierda, ¡me he quedado dormida! Llego tarde. ¿A qué hora tenía que estar? ¿A que hora salía el bus para ir a ensayar? ¿Tendré que ir ahora yo sola? ¿Me habrán esperado?" cuando mi cabeza pareció empezar a lucir un poco y me dí cuenta de que eran las siete y cuarto de la tarde, no de la mañana. Noté cómo mi corazón dejó de latir un segundo, y veinte minutos más tarde aún no se había repuesto de la taquicardia.
Conclusión: debo comprarme un reloj que marque las 24 horas, no solo 12 ¬¬
Conclusión 2: Morfeo no vuelve a estar invitado a pasar una siesta en el Mundo de Hanako.

22 abr 2012

Las crónicas de las duchas

Erase una vez, una pequeña joven... (de pequeña nada, la joven era yo) que llegó a vivir a una residencia de pladur en la que todo era una chapuza y se sostenía con palillos, pero aún así llegó con ilusión. A primera vista, el edificio me pareció imponente. Una vez dentro me pareció más bien inhóspito. Mi habitación era grande y luminosa (cuando encendía todas las luces) y estaba totalmente equipada con los muebles de primera necesidad. El mayor problema que tenía ese cuarto compartido, era un terrible dragón que vivía en la cama de enfrente. Tenía aterrorizado a todo el castillo... a todo el cuarto, y a parte del resto de la residencia. Con su aspecto malicioso y su carácter dominante, se había hecho la dueña y señora de todo lo que tuviera que ver con aquellos alojamientos. Acostumbraba a dormir varias horas por la tarde, y cuando estaba despierta solía entretenerse viendo telenovelas en la televisión. A veces, incluso se la puede escuchar marcando su territorio con unos estridentes aullidos que podrían dejar sordo a cualquiera, mientras, a ritmo de bachata, se mueve de un lado a otro en ropa interior.
Había un cuartito al lado del que yo utilizaba para dormir, en el que reposaba un triste frigorífico, un microhondas y un fregadero pequeño (y ahora búscate la vida para cenar todas las noches aquí). Pero sin duda, el cuarto que más ha dado y dará que hablar, será el cuarto de baño. Desde el primer día lo recuerdo con un enorme charco por todo el suelo, cosa que no me cuadraba porque las duchas estaban en un escalón más alzadas... hasta hoy. Cómo en la residencia no tenemos lavadora, pensé que sería agua que escurría de la ropa que las chicas lavaban a mano (¡Qué inocente!) pero me equivocaba. Disponíamos de cuatro lavabos grandotes sobre una pila de mármol delante de un enorme espejo que ocupaba toda la pared (genial para mujeres), tres duchas y tres váteres, todos individuales con sus puertitas y paredes de plástico amarillas, tales como las de los centros comerciales. El tema de elegir un váter que frecuentar y en el que sentarse no fue tan difícil, puesto que todos parecían más o menos iguales. Pero el tema de las duchas era harina de otro costal. Entré un par de veces en cada una comparándolas, pero me seguían pareciendo todas poco atractivas lo menos. Dos de ellas lucían un hermoso tapón natural en el sumidero, y la tercera tenía mal aspecto el mando del grifo, aunque al menos no estaba llena de pelos. Me decanté por esa. Dejé mi toalla en el colgador que había a la izquierda de la puerta (sin darme cuenta de que ésta se abría hacia la derecha) y me dispuse a ducharme. Enseguida entendí por qué no se utilizaba. La alcachofa apuntaba el agua hacia donde le daba la gana. Es más, por el centro no repartía, así que si la colgaba de la pared había un punto en el que podía permanecer totalmente seca entre los chorros que empapaban las paredes y se disparaban hacia fuera del recinto. Terminé mi ducha como pude y traté de secarme... abrí la puerta buscando mi toalla y estaba al otro lado, así que tuve que salir entera de allí para poder secarme (contraproducente nivel 10).
Mi siguiente ducha fue hoy. Quise probar otra para ver si tenía más suerte. Ya que las demás tenían claros signos de ser utilizadas a diario, entré en la que me pareció más limpia. En ésta, la alcachofa estaba bien y salía el agua genial. Contenta por mi hallazgo, voy a colocar la ducha en la pared... cuando veo que el colgador es de una alcachofa diferente (T_T). Me las ingenio como puedo para seguir con mi ducha colgada de mala manera, ya que podía acostumbrarme. Aunque no era eso todo lo que me deparaba la ducha de hoy. Al agacharme para coger el champú pude contemplar con asombro (y preocupación) que el sumidero no tragaba absolutamente nada. El agua había llenado el plato de ducha y ahora rebosaba por todos lados. Un barquito navegaba por aquellas turbulentas aguas blanquecinas que caían por el escalón de las duchas al suelo del baño, y por mucho que hiciera para intentar achicarlas de allí mis esfuerzos eran inútiles. Dando por perdida la batalla, terminé mi ducha y me fui dejando aquel cuarto empantanado. Aún no he vuelto para ver los resultados, pero ya me da bastante miedo cuando me tenga que volver a duchar...
En fin, ya os iré contando las vivencias de ésta loca en la residencia de playmobil, que no tiene nada que ver con el Mundo de Hanako.

13 mar 2012

Crónicas de S.T.A.R.S.

La otra noche, me hallaba yo como de costumbre navegando por mis redes sociales, cuando leí en Twitter algo que trastornaría mi mundo el restante fin de semana.
Mi hermano y yo sabíamos lo que se nos venía encima. Muchas otras veces nos había pasado, y ambos estábamos deseándolo. Nos hicimos sendos cola caos, nos pusimos cómodos, y nos adentramos en las mismísimas entrañas de la llanura Arklay. ¡Aquello era terrorífico! Esa introducción, esos efectos especiales de cartón-piedra, esas sobre actuaciones de los personajes de carne y hueso... total, que salimos corriendo y escapamos de los perros metiéndonos en aquella enorme mansión. Para empezar perdemos a uno, y me toca ir a investigar la mansión ¡armada con un miserable cuchillo! Bueno, sin pegas, sólo es una vuelta de reconocimiento y vuelvo a la entrada. Cuando llego a un pasillo en el que me encuentro con un pedazo de zombie deborando a uno de mis compañeros... ¿qué hago? Fácil, me hago el héroe y acaba dándome 2 mordiscos que me quitan la mitad de la vida antes de salir del pasillo v_vU (primer zombie y yo en "caution"). Y para colmo resulta que cuando llego al hall donde he dejado a mis otros dos compañeros de equipo, ¡se han largado sin mí! Ale, ponte a dar vueltas como un tonto por una mansión llena de monstruos come humanos vivos...
En mis idas y venidas por el enorme caserón, debo decir que me encontré con numerosos obstáculos: puzzles, enemigos sanguinarios, paredes... menos mal que tenía unos botes maravillosos de Reflex, que cada vez que me iba a morir, me echaba uno de esos por encima y ya estaba como nuevo. Es milagroso, ya lo dicen los anuncios. Y bueno, dado que yo soy de letras, mis números no son demasiado buenos, y acabé contabilizando los "Hunters" que mataría con X balas (Hunter: criatura medio rana medio gorila, desprovisto de piel o pelo y con afiladas y largas garras, que gusta de dar saltos e ir por ahí separando cabezas de los troncos. Se necesitan de 2 a 3 cartuchos de escopeta para matarlos, o bien 2 balas Magnum de la Colt Python). Bien, pues según mis cuentas, si tengo 16 balas de magnum, ¡puedo matar a 38 Hunters! Solucionado. Con cuentas así sobrevivo a lo que quiero. Con eso, y acordándome de llevar cura antes de ir a matar a un boss...
Es eso, luego cuando consigues una llave que hace tiempo buscabas, y te pasas media hora delante del baúl cogiéndolo todo para ir a esa habitación importante que ya deseas quitarte de en medio, que sabes perfectamente lo que vas a tener que hacer y lo que te vas a encontrar, y ya cuanto estas todo preparado y te recorres el mapa de punta a punta, llegas a la puerta de la susodicha habitación, y ves que se te ha olvidado la llave en el baúl... u.u
Y después de ir ahorrando munición, cura y cintas de tinta todo el tiempo, jugándotela esquivando zombies y otros bichos peores, todo para tener un buen arsenal para cuando llegue la hora de enfrentarte contra el temido Tyrant, sin querer entras en una habitación en la que empieza una secuencia de vídeo que no puedes parar y que te lleva directamente delante de las narices del bicho, con una beretta de 9mm y unas 80 balas. ¡Genial! ¿y ahora qué? Pues a darle vueltas al laboratorio disparando de vez en cuando con la pistolita, y cuán es mi sorpresa al ver que al terminar el primer cargador de 15 balas, el enorme villano antropomórfico cae desplomado al suelo. "Mírame, soy el Tyrant, me matan con pistola".
Tras siete largas horas de mal traducir textos en inglés y de ver vídeos con doblajes extremádamente sórdidos, un lanzacohetes es lanzado desde un helicóptero en mi cabeza para que acabe del todo con esa abominable criatura que se atrevieron a llamar Tyrant-002. Le disparo uno de sus gigantescos proyectiles, y tras ver la escena de cómo explota el pepino antes de llegar al objetivo, y una bola de fuego rodea un montón de cenizas con trozos grandes oscuros que ahora hay donde dos segundos antes estaba mi enemigo, ya no quiero ver más nada. Ni efectos especiales de última generación, ni 3D, ni gráficos más altos que los que tiene la vida real... NADA. Me quedo con eso, y con la cutre explosión de la mansión Spencer en la llanura Arklay, mientras huimos en el helicóptero hacia un nuevo día...
Y ésto, queridos amigos, ésto es mi punto de partida, mi génesis, mi inspiración. El primer Resident Evil para PlayStation, el original, el inicio de mi descenso a la locura no-muerta que desde hace 15 años lleva incandescente en mi corazón, mi cabeza, y desde hace unos 6, en el tatuaje de mi pie. Éste es el Lado Oscuro de Hanako...



14 feb 2012

No vayas al veterinario con ropa de limpiar...

14 de febrero, fecha clave para muchas personas por distintos motivos: es el día después del 13, San Valentín, y el día en que conocí al futuro padre de mis hijos.
El día comenzaba con una poco esperanzadora racha de limpieza. Como desde hace unas semanas, me da por enfundarme un chandal viejo, unas deportivas zarriosas, una camiseta XXL a modo de delantal, y con el pelo mal atado en un completamente zarrapastroso moño sin sentido, me pongo a hacer limpieza general muy a mi ritmo, con mi música de fondo y parando de vez en cuando para recargar pilas viendo anime o navegando por mis redes sociales. Aunque me pase las horas limpiando he adquirido mucha sabiduría que transmitir a las futuras generaciones, como que cuando una freidora lleva más de un año sin limpiarse, la única forma de tener una freidora limpia es tirarla y comprarse una nueva, o como que lo mejor que quita la grasa reseca de ella no es ni el Fairy, ni el Cillit Bang, ni el quita grasas de El Bosque Verde, sino un cuchillo de pescado. Pasé muchas horas con esa freidora..... sí. Y en el momento en que creí tenerlo todo bajo control, me dí la vuelta, miré la resistencia.... y le vi una nueva utilidad al cuchillo de pescado v_v
Aunque parezca que todo está limpio, en el curso avanzado de Madre que he hecho hace bien poco te enseñan a encontrar suciedad en cualquier sitio, y quehaceres interminables en una casa. Así que llevo días limpiando poco a poco mi actual vivienda, y muy contenta de ver los resultados. Pero hoy.... hoy no era el día. 
Me levanté tarde y me puse a hacer mis tareas, como siempre, con mis harapos limpiantiles y mis pelos de loca. Pero estaba predestinado a ser un día especial, el 14 de febrero de 2012. Ya a última hora de la tarde mi padre y yo fuimos a llevar a mi ración de emergencia.... digo, a mi gata Kaoya, al veterinario para ponerle la última vacuna que le faltaba. Ni siquiera se me ocurrió cambiarme de ropa, pues solo iba a pincharla, a comprar, y vuelta a casa, nada importante. Cuando de repente entro en la clínica embutida dentro de mi abrigo todo terreno color blanco sucio (bueno, en realidad se supone que es blanco, el sucio se lo he añadido yo con el tiempo), con el transportín de mi gata en la mano y con mi mochila-bolso llena de chapas entre las que se pueden leer cosas tales como "soy friki y no he matado a nadie... aún", "I love yaoi" o "THE GAME", y me recibe un chico tremendamente guapo, de ojos claros, pelo largo y sonrisa encantadora. Me enamoré de él al instante, obviamente. ¡Era el veterinario más guapo del mundo! O por lo menos de los que yo he conocido hasta hoy. ¡Y me pidió el teléfono! Aunque era para hacer la ficha de Kaoya, pero bueno. Como madre hipocondríaca, empecé a decirle supuestas cosas que le podían pasar a mi pobre gata-cobaya y que pudieran alargar la visita. Mil preguntas pasaron por mi mente antes de irme, aunque ya conociera la respuesta a novecientas de ellas. Y antes de irme me dio una tarjeta con los dos teléfonos en los que le podría encontrar, "por si necesitaba cualquier cosa" (palabras textuales). Antes de salir de allí ya se me habían ocurrido varias cosas por las que llamar...
De pronto el día de San Valentín había adquirido algún sentido positivo para mí por primera vez en mi vida, acababa de conocer a mi futuro marido. Hasta que paseando por los pasillos del Mercadona mi manía persecutoria con los espejos me hizo fijarme en las pintas con las que me había visto aquel pivón.... tierra trágame, conozco a un muchacho genial, ¡Y YO CON ESTOS PELOS! TT_TT

26 ene 2012

Carta para el día de mañana

Querido bebé:

En tus próximas andanzas por éste mundo que ya irás descubriendo, tienes que tener en cuenta muchas cosas que no te enseñarán ni en la escuela, ni tus amigos, ni tus propios padres. Son cosas que aprenderás tu solito a lo largo de tu vida, mientras vayas creciendo y madurando. Que no te dé miedo experimentar y probar cosas, ya que esa será la base de tu aprendizaje, y será lo que recuerdes siempre. Intentarlo una y otra vez hasta encontrar la forma de conseguirlo, y fracasar sin remedio hasta ese momento, te hará crecer como persona, y no olvides esto nunca pues puedes perder oportunidades realmente importantes si decides dejar a medias esas ocasiones. Mejor arrepentirse de lo que uno a hecho antes que de lo que no se ha atrevido a hacer.
Este es un mundo bastante raro, pero que guarda una belleza infinita si la sabes buscar. La gente que en él habita.... pues no es la mejor, pero va a ser con la que te encuentres y eso no lo vas a poder evitar. Tu obligación será decidir con quien te quedas cerca y a quien rechazas en tu vida. Mi consejo es que primero los conozcas antes de tomar esa decisión, pues habrá muchos que se te presenten con una máscara y oculten su verdadero "yo". Dales tiempo para que se la quiten, y así irás valorándolos y aprenderás a conocer a las personas. Yo no me llevo muy bien con ellas, pero debo admitir que de todas las que he encontrado, he sabido elegir aquellos con los que quedarme (y tus padres son dos de ellos). Y espero que cuando te toque a ti elegir, me metas dentro de ese grupo.
Debo advertirte que algo con lo que te encontrarás muy a menudo con unas cosas llamadas "envidia", "hipocresía", "falsedad" y "traición". Lo primero es cuando la gente te trate mal solo por tener algo que ellos desean y no pueden obtener. Lo segundo es cuando no admiten quién son ni lo que en realidad quieren, y pretende convencer a los demás de lo contrario de lo que demuestra. Lo tercero es la cara que te pondrán mientras piensan en cómo quitarte eso que tu tienes y ellos quieren aunque no lo admitan. Y lo cuarto es lo que te harán para conseguirlo. Cuídate de todo eso, y de la gente que pretenderá hacerte daño por esos motivos. Para no caer en ninguna de esas cuatro cosas el truco es apreciar todo lo que tienes y tratar de conseguir siempre lo que necesites por ti mismo, no aspirar a cosas imposibles, y si lo haces, conseguirlas. Siéntete orgulloso de cada pequeño instante que te dé la vida y de cada pequeño logro que superes, pues darle valor a las cosas pequeñas es lo que te llevará a ser una gran persona.
Aprecia los detalles. Hasta lo más insignificante puede hacerte feliz, sólo tienes que buscarlo. Párate de vez en cuando a observar las estrellas, y a pensar en lo increíblemente pequeño que en realidad eres, a pesar de lo grande que seras siempre para tus seres queridos. Nunca formes parte de aquello que trae dolor y destrucción gratuita, ensuciarás tu alma y vivirás siempre con ese remordimiento. Aprende a pensar con la cabeza y a sentir con el corazón, ya que generalmente los humanos lo hacemos al revés, y así nos va. Y si tienes cualquier tipo de duda o problema, pregúntaselo a tus padres, que son los que mejor te podrán ayudar en todo, o indicarte el camino que deberás seguir para entenderlo.
Éste mundo que nos ha tocado es un poco extraño, puesto que muchas veces las cosas no son lo que parecen y por mucho que uno valga cuesta cada vez más demostrarlo. Pero no te preocupes, yo tengo un mundo especial en el que los sueños se pueden hacer realidad, y al que estás invitado a venir siempre que necesites desconectar del mundo humano real, o simplemente quieras verme un rato. Es el legado que te dejo, ya que no tengo nada más para darte. Pero siempre estaré ahí para cuando lo necesites, aunque apenas me conozcas.
Te mando un beso enorme, de tu tía friki Hanako que estará esperando ansiosa que vengas a jugar con ella a su particular mundo ^^.

23 ene 2012

Diario de limpieza

Ya llevo un mes justo en esta casa. Después de tres viajes a Toledo aún no he conseguido traerme todas las cosas de mi vida allí, aunque tengo la mayoría ya metida dentro de mi habitación. Pasan los días y yo no consigo criar ganas de ponerme a organizarlas, empaquetar las que no vaya a utilizar, y colocar el resto. Cada vez que paso por delante del ordenador escucho una vocecilla que me susurra "enciendelo", pero yo, con mi gran fuerza de voluntad, no le hago caso...... en los primeros dos minutos. 
"Venga, sólo miro el facebook y el twitter y sigo organizando."
Horas más tarde, y varios capítulos de anime después, recuerdo que por lo que yo había subido a mi habitación era a limpiar... y así una tarde tras otra (porque claro, las mañanas son para dormir, o como mucho perder el tiempo en la cama tumbada acariciando a mi gata). Poco a poco las cosas van adquiriendo un nuevo lugar en el mundo...o más bien en mi cuarto, en el que cada día hay más cosas. En mi cabeza ya suena constantemente la melodía del Tetris cuando cruzo la puerta, y los bloques/trastos se van colocando unos encajados en otros en mi mente.
Y así llegamos al día de hoy, en el que por fin se ve el suelo y hay bastante sitio para caminar entre las maletas y los zapatos. Lo malo es que ahora es la cama la que no se ve, así que me tocará volver a dejarlo todo en el suelo cuando quiera utilizarla. Y por supuesto, cuando más carrerilla llevo colocando cosas, es cuando veo a mi gata durmiendo plácidamente en la silla del escritorio, y me dan ganas de hacerla compañía un rato mientras, no se, dejo constancia de ello en el Mundo de Hanako ^^

20 ene 2012

El fin del mundo llega en 2012

Queridos lectores, muy a mi pesar esta será una entrada triste. Desde hace unas horas, la red está que arde. La polémica de la ley SOPA no ha dejado un sólo rincón de internet tranquilo, y las redes sociales son las que más se están encargando de difundir la palabra de las masas en esta lucha. Total, al final nadie nos leerá, y si nos lee, no nos tendrán en cuenta, puesto que sólo somos internautas, nada más.
Lo primero que ha llegado es el cierre de la web de descarga directa Megaupload, conocida por todos aquellos que alguna vez hemos buscado algo que quisiéramos descargarnos de internet, puesto que casi todo lo podías encontrar ahí. La gente está muy indignada con el cierre de esta web y con el arresto de algunos de los trabajadores de ella. Y es normal, puesto que ahora mismo, si te has descargado música de Michael Jackson desde ese sitio, te pueden caer seis años de cárcel, mientras que al médico que le mató le han caído cinco. Por momentos aumenta la desesperación y la sorpresa de la gente que, como yo, no se creia que esto pudiera estar pasando. Pero sí, es verdad.... he notado cómo mi corazón se paraba unos segundos mientras intentaba cargar la página para bajarme algo y he visto que no se abría. Al final he tenido que cerrar la ventana, porque ya notaba un cierto hormigueo en los pies y empezaba a tener las manos blancas. Cuando se me ha restituido del todo la circulación ha sido cuando he empezado a entrar en pánico. Facebook, Twitter y Messenger echaban humo. Todo el mundo quiere expresar su descontento con estas medidas de control extremas que quieren llevar a cabo los mandatarios estadounidenses. Y luego nos llaman locos a los frikis que queremos dominar el mundo, cuando ellos están haciendo lo mismo, y encima de peor manera que un otaku lo haría.
Id teniendo en cuenta que la próxima guerra mundial será online, y esta es una guerra que esos que nos están quitando las descargas gratuitas no pueden ganar. En cuanto a armamento, potencia militar y números de efectivos, un país u otro puede llevar la ventaja, pero en cuestión de conocimientos informáticos, y de indignación frente a lo que nos están haciendo, creo firmemente que todos los internautas, hackers, frikis y demás de todos los países se unirían. Y todo esto es culpa nuestra. ¡Hemos tardado demasiado en tratar de conquistar el mundo! Con un gobierno friki esto no hubiese pasado. No se pueden dejar las cosas importantes en manos de la gente que no sabe cuidarlas ¬¬ Nos cierran páginas como Megaupload porque incita a la piratería, y no cierran Telecinco que incita al analfabetismo. 
Internet es una gran base de datos en la que todos los que pasamos por ella aportamos algo. Es extremadamente útil, y para la gente tonta como yo es una forma de adquirir conocimientos que jamás podríamos haber conseguido sin esta red. Si entre todos estamos construyendo una casa, ¿por qué tiene que venir alguien de fuera a tirarla abajo? Está claro que los mayas tenían razón y el mundo se va a acabar este año. Pero no en diciembre, sino cuando aprueben la dichosa ley SOPA. Esta es la visión desde El mundo de Hanako