20 jun 2013

¿Te quiero, o no te quiero?

Una relación sentimental debería ser un secreto cómplice entre dos personas que se quieren y que se complementan, que se divierten juntos y que se echan de menos cuando no lo están. Cuando te empiezas a plantear cosas tales como si prefieres estar sola más veces que con esa persona, es que hay un problema.
A veces, quererse no es suficiente. Ah, ¿es que alguna vez lo es? ¿Hay algún tipo de relación que pueda subsistir a base de "amor" y de "intenciones"? Porque lo veo bastante poco factible. La intención no es lo que cuenta ni siquiera con los regalos. Nos dan con toda la ilusión del mundo algo que verdaderamente odiamos en cuanto lo vemos, y nos creamos la obligación moral de quedarnos con ello sólo por la intención que lleva. ¿Con las parejas pasa lo mismo? ¿Llegamos a un punto en que decimos "querer" a la otra persona porque sus intenciones hacia nosotros nos obligan moralmente, apoyadas por el camino que ya llevamos andado juntos?
Me resulta cada vez más difícil querer a alguien. Cada momento que pasa veo más frío el comportamiento meloso de un par de tontos "enamorados". ¿Qué es en realidad el amor, sino una sucesión de procesos químicos en el cerebro? Y por supuesto debemos parar el mundo porque uno de esos procesos nos lo dice, alegando que viene del corazón, un simple músculo que bombea sangre por nuestro cuerpo, no arcoíris y florecitas. Movemos montañas a causa de ese "amor" para que luego, en un momento no concreto, toda esa ilusión deje de existir. Lloramos, pues no podemos vivir sin esa otra persona (sin acordarnos de todos los años que lo hemos hecho antes de conocerla) y tenemos otros efectos secundarios del tipo de falta de hambre y de sueño, que son muy perjudiciales para nuestra salud, os lo digo en serio. Si dejas de comer puedes llegar a morirte. Si dejas a una persona.... pues no.
La vida en pareja no está hecha para todo el mundo. Hay gente que no es capaz de mantener una relación, y les va la mar de bien. Hay otros que pretenden obligarse a ser quienes no son para encajar con la sociedad y con la idea de una familia perfecta. Y hay gente que no saben dónde están. ¿Es querer a alguien realmente importante para nosotros, individualmente? ¿En realidad llegamos a hacerlo o es una ilusión de nuestro cerebro para mantenernos ocupados? ¿Necesitamos compartir nuestras vidas con otra persona íntimamente? 
Acabo haciendo referencia a uno de mis personajes preferidos en el mundo de la ficción, Sheldon Cooper (The big bang theory), apuntando una observación ciertamente real y llana: dicen que no se puede vivir sin amor, pero francamente creo que el oxígeno es más importante.

26 may 2013

El precio de un sueño

Ahora mismo soy una ama de casa (supongo que como muchos y muchas de los que leeréis ésto)  que se pasa el día entre los fogones de la cocina, el fregadero y la lavadora. Como ya he dicho antes en algún punto de este blog, soy una loca de los gatos a la que le encanta cualquier felino. Tengo una gatita juguetona que va a hacer un año llamada Kuroi, que es el mismísimo diablo (me recuerda a mi cuando era niña) y me acaban de dar hace unos días un bebé de apenas dos semanas a la que de momento llamo Arimi y alimento con muchísimos biberones al cabo del día. Mis tareas son alimentar a las dos gatas, a mi chico y a mi, y tener la casa lista mientras él va a trabajar y a estudiar todos los días. 
Me paso la vida sola en casa viendo series y películas en mi ordenador una vez acabo. Pero mi mayor pasión es la literatura. Adoro leer y escribir, aunque últimamente no saque mucha inspiración para lo segundo. Y he llegado a leerme el primer libro de la famosa saga de Grey en menos de una semana. ¡No me cunde! Sin embargo no me gustan los e-books ni soporto leer de la pantalla del ordenador o del móvil, llamadme romántica empedernida si queréis, pero una de las mejores sensaciones del mundo es ir oliendo las páginas de un libro mientras lo lees, notar el peso en las muñecas, tocar la tinta con la yema de los dedos, soplar cada dos por tres para quitar pelos de la gata... solo que no me gusta leer diez minutos, soy de enganchar un libro y soltarlo tras una o dos horas de lectura (de ahí que no lea tanto últimamente tampoco... muchas interrupciones jiji)
El caso es que en estos tiempos de crisis me resulta más complicado comprar libros, ya que cada vez son más caros. ¿Bibliotecas? No, soy así de maniática, todo lo que leo me gusta que sea mío, para poder releerlo en el futuro si me apetece. Me encantaría tener una biblioteca como la de la Bestia...
Total, que me entero de que sale a la venta el nuevo libro de un autor que me encanta. Ya no sólo como novelista, sino como escritor en general. Es una figura que siempre me ha inspirado, y como llevo tiempo queriendo retomar mi carrera de letras he decidido seguirlo por todas las redes posibles (twitter, facebook, blog, trabajos en prensa...). Me refiero a Arturo Perez-Reverte, autor que me conquistó con su obra más famosa "El capitán Alatriste" en una acertada lectura obligatoria en el instituto. Una dulce casualidad. Cuál fue mi sorpresa al enterarme de que publicaba un nuevo libro, y cuál mi ilusión al saber que estaría firmando ejemplares en Madrid. Hasta llegué a mirar billetes de avión para ir a conocerle en persona. Hasta que me pongo a buscar el precio de ésta nueva obra... 
España es, según tengo entendido, el país en el que más libros se editan y en el que menos se lee. Pero al parecer un escritor profesional si que puede vivir con las ganancias de sus publicaciones, ya que solo el nombre vende el 75% de los ejemplares que salen al mercado. Pero ¿cómo hacerse un nombre? Necesitas dinero para todo, y eso ahora no puedo ponerlo. Interés, ganas, imaginación, profesionalidad, compromiso... todo lo que quieran. Me deprime demasiado ver cuán difícil es conseguir un sueño tan fortuito, que si tienes suerte y tocas las teclas adecuadas se te abrirán todas las puertas, pero si no tienes suerte, como es mi caso en la vida, puedes pasarte años tratando de averiguar cuales son, y al final, incluso puede ser que no las descubras nunca.

1 ene 2013

La leyenda del 1 de enero

Cuenta la leyenda que el mes de enero tiene 31 días. Que después del 31 de diciembre pasa al 1 de enero. Que el primer día del año no es el 2. Pero como bien he dicho, es una leyenda.
No importa cuándo, no importa qué, pero desde que tengo uso de razón el día 1 de enero no consta en mi memoria. De Pequeña era un día en el que me pasaba viendo dibujos y comiendo turrón y polvorones hasta que llegaba la hora de dormir otra vez. Un poco más mayor era el poder acostarse tarde el 31 cantando villancicos y viendo los especiales de noche vieja, y al despertarme ya había pasado más de medio día. Ya en mi adolescencia y juventud lo tomaba como una noche de fiesta inmensa hasta llegar a casa tiempo después de haber amanecido y por consiguiente me levantaba alrededor de la hora de merendar, con un cuerpo que sólo deseaba volver a la cama lo antes posible. 
Ahora soy más mayor. Este año tenía intención de conocer el famoso día 1 de enero y aprovecharlo. Todo era perfecto. El plan era perfecto, la cena era perfecta, la compañía era perfecta, era tan feliz que me parecía imposible que el 2013 pudiera ser un mal año para mí. Pero el monstruo de la agonía vino a comerse las uvas conmigo, entregado como presente de año nuevo por la persona a la que más quiero en el mundo y por la que habría sido capaz de enfrentarme a toda mi vida, como llevaba tiempo haciendo. Media hora antes de la hora clave el control se perdió y las formas no fueron las correctas, de modo que entré en el 2013 con lágrimas en los ojos y tratando de evadirme de cualquier manera. Poco después, el teléfono. Y la primera persona con la que hablo en este nuevo año me hunde de tal forma que no consigo levantar cabeza en toda la noche.
Del 1 de enero de este año solo conozco de momento la cama, y creo que voy a combinarla con el ordenador para que, efectivamente, nunca haya existido.