29 jul 2011

La mejor guardia de todas

¿Qué se necesita para ser feliz? ¿Qué pides para que un día sea perfecto? ¿Cuál seria la mejor manera de pasar un día de 24 horas de trabajo? Todo comenzó tal día como hoy, hace ya tres. Amanecía un martes soleado, caluroso y seco, con una guardia por delante y sin gana ninguna de encerrarme allí de sol a sol. Menos mal que mi bombón, mi pequeña Kaoya, mi gatina, me esperaba al subir las escaleras en mi habitación, y eso me daba un poco de ánimo para pasar el día. Podría ir a visitarla algunas veces y así desconectaría del trabajo de vez en cuando.
El tiempo iba pasando y todos los que entrabamos ese día de guardia nos estábamos preparando para recibir el relevo lo más rápido posible para empezar a perder el día tirados en los sillones, cuando de repente, como un caramelo de fresa entre un puñado de sus congéneres de mora, pasó casi sin ser visto entre todos nosotros, él, el más sabroso dulce inalcanzable, el chico con la sonrisa más cálida del mundo. No me lo podía creer, ¡entraba de guardia ese día también! ¡Iba a pasar 24 horas con él! Una enorme sonrisa se me dibujó en la boca, y sólo se borró a las 9 de la mañana del día siguiente.
Cualquier cosa que pasaba en mi guardia era una excelente excusa para ir a decírselo a mi hombre. Una picadura de avispa, la hora de la comida, los negocios informáticos que siempre se hacen en estos servicios... y siempre llevaba una gracia preparada, sólo para verle sonreír. ¡Ains!
Cada vez que tenía que ir a verle pasaba primero por el aseo para peinarme bien pero informal, que no se notara que acababa de arreglarme para él. Hasta que de tanto sobarme el flequillo se me ensució excesivamente rápido. Si ya me había arrepentido por la mañana de no haberme lavado el pelo el día anterior, el incesante toqueteo y la paranoia que tenia dentro de la cabeza me hicieron pasarme toda la mañana en un estado de nerviosismo capilar tremendo, y más cuando me tocaba ir a ver a mi hombre. Cuando ya no aguantaba más, después de comer y mientras mis chicos se relajaban, subí lo más deprisa que pude a la residencia femenina, agarre el champú y la toalla, y en menos de 5 minutos ya estaba bajando otra vez con la cabeza fresquita y el pelo limpio. La paranoia había pasado. Ya estaba guapa para volver a verle ^^
Pasé el día preocupándome más por él que por mi trabajo. Mi conductor y compañero habitual en estos servicios tuvo que aguantar mis delirios todo el día, riéndose de lo increíblemente tonta que de repente me había vuelto. Ya sé que soy rara de por sí, pero aún no había visto nada hasta ese día. ¿Cuándo me volveré a ver en otra así? Sin duda, para pasar un buen día sólo tienes que tener las cosas que más te interesan o que más te apetece tener en ese momento. Un ordenador, un libro, y un hombre que siempre me ha encantado y al que siempre he considerado como uno de mis principales juegos en el trabajo. Tengo suerte de vivir en mi mundo, porque seguramente que en el mundo real no hubiese podido pasarme una guardia tan buena con tan poco ;)

1 comentario:

Hi hi!! Dejad vuestros comentarios aquí y seguiré escribiendo cosas que os gusten a todos. Saludos desde el mundo de Hanako! (^-^)