2 feb 2019

Año nuevo, vida nueva

Reto 1: propósitos de año nuevo.

La última de las doce campanadas aún resonaba en mi cabeza cuando me llevé la copa de cava a los labios, pringosos del jugo que las uvas habían dejado en ellos. Mientras sorbía, las burbujas me iban abriendo la mente a toda prisa y me hicieron pensar en mi situación actual. Estaba pasando la nochevieja con la familia de Rubén, mi novio desde hacía tres años, y a quien no quería de forma romántica desde, al menos, dos. No puedo seguir así. No soporto a sus padres, y nunca se lo he dicho por no levantar la perdiz y crear una guerra civil entre las familias. Demasiado buena soy... Pero eso está a punto de cambiar. Este año, este 2019, va a ser el mejor de mi vida. Para empezar, romperé mi relación con el soso de Rubén antes de que acabe enero. Si quiero empezar a vivir, necesito tener una vida que sea mía. Además, me propongo empezar a decir siempre lo que pienso, aunque a los demás les moleste. Como seguro que eso me cuesta un poco más, me daré de plazo hasta febrero para conseguirlo. Pero ni un día más.
Me haré un cambio de look, sí. Lo necesito. Llevo mucho tiempo usando el mismo corte de pelo, algo nuevo puede refrescarme la personalidad. Dejaré la pelu para marzo, pero no debo tardar más de eso en ir, porque en abril quiero hacerme ese tatuaje del que siempre he estado enamorada, y que a Rubén le parece tan mal. En mayo, que se me acaba el contrato de trabajo, pienso dedicarme a buscar uno en el que me sienta más cómoda y útil, que pueda llegar a casa con la satisfacción del deber cumplido cada tarde. Y aunque me tome todo el mes, lo conseguiré.
Este verano voy a comprarme un trikini. ¡Lo tengo decidido! En cuanto llegue junio me hago con él, cueste lo que cueste. Nunca me he atrevido, pero 2019 va a ser mi año, ¡claro que sí! Y de este año no pasa que en julio vaya a ver los sanfermines. No me perdonaría morir sin haber conocido la fiesta en la que se enamoraron mis padres... Y hablando de ellos, tengo que ir a visitarlos. Creo que agosto será un buen mes para hacerlo, en Madrid no hay prácticamente nadie y estoy segura de que será un viaje agradable.
Cuando llegue septiembre ya tengo que haber terminado de componer la canción que llevo tanto tiempo teniendo en la cabeza, me doy un buen margen para hacerlo pero que no se me olvide. Y la pila de libros que están esperando a ser leídos desde que empecé con Rubén debe estar liquidada en octubre como muy tarde.
Para este invierno me compraré el abrigo largo que vi en aquella tienda tan cara. Yo creo que en noviembre, cuando empiece a hacer frío, ya habré ahorrado lo suficiente, y deberá ser así porque el año que viene por estas fechas, pienso estar tomándome las uvas en un crucero por el Caribe.

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